Valles Románicos

Una Ruta Entre Naturaleza e Historia

Los valles esculpidos por el río Moradillo y sus afluentes han dado forma a un paisaje único, donde los profundos y serpenteantes vallejos contrastan con los áridos páramos de Masa. En estos recovecos naturales, tupidos bosques de quejigos y encinas ofrecen refugio a corzos, jabalíes y una variada avifauna. Este recorrido no solo permite sumergirse en la naturaleza, sino también descubrir la riqueza arquitectónica y patrimonial de la zona.

Inicio del recorrido

La ruta comienza en Moradillo de Sedano, junto al panel indicador ubicado en la salida hacia Quintanaloma. A la derecha de la carretera, un camino señalizado marca el inicio del sendero. Tras cruzar un arroyo y pasar junto a una granja, se llega a un cruce, donde se debe tomar la senda de la izquierda.

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Llegada a Quintanaloma

A partir de aquí, el sendero, perfectamente señalizado con tablillas de madera y marcas de Pequeño Recorrido (PR), se interna en un valle cubierto por un espeso bosque de quejigos y encinas. Es un tramo en el que es frecuente avistar corzos cruzando el sendero o descubrir las hozadas de los jabalíes en busca de alimento.

Tras un ascenso suave, se alcanza Quintanaloma, un pueblo en lo alto del páramo, cuya disposición responde a la tradicional arquitectura defensiva contra los duros inviernos. Sus casas de piedra con pequeños vanos muestran el carácter rústico de la zona. A la entrada del pueblo se encuentra una bella fuente románica, ideal para refrescarse antes de continuar el camino. También destaca la casa fortificada de estilo gótico tardío, con una ventana embolada y un escudo señorial que recuerda el pasado noble del lugar.

Hacia la Ermita de Santa Ana

El camino sigue hacia el pueblo abandonado de Loma, donde solo quedan ruinas y calles cubiertas de vegetación. Desde aquí, la ruta ofrece una panorámica impresionante, presidida por la iglesia parroquial de Quintanaloma, que se alza sobre los páramos como un faro de piedra.

Siguiendo el sendero, se llega a la ermita de Santa Ana, una pequeña construcción restaurada que domina un espolón rocoso sobre el valle del arroyo de la Nogala. Desde este punto, es posible contemplar la majestuosidad del paisaje y observar rapaces como el buitre leonado, el halcón peregrino y el águila real, así como especies esteparias como la alondra de Dupont o el sisón. También es territorio del lobo ibérico, cuya presencia aporta un valor ecológico singular a la zona.

Regreso a Moradillo de Sedano

Para continuar, el camino desciende hasta el fondo del valle, rodeado por un bosque de quejigos, pasando junto al manantial de Valdeperra. Desde aquí, el sendero avanza suavemente hasta regresar a Moradillo de Sedano, donde la ruta puede finalizar con la visita a la iglesia románica del pueblo, que conserva un porticado excepcional de finales del siglo XII.

Un recorrido entre naturaleza y patrimonio, donde cada paso te transporta a la historia del Valle de Sedano.